jueves, 25 de octubre de 2012

TÚ RECUERDO (de otra, no de ella) / desde: Si tan sólo existieras

 
 





(desde: Si tan sólo existieras)



TÚ RECUERDO (de otra, no de ella)


No podría compararte a la dulce golondrina de mi alma.

Ya las brisas no soportan estelas a punto,
aquello lo más cándido,
ese correr detrás de los caídos.

Una golondrina no hace memoria.
Y el manido dulce, si de leche soportable,
re-dirige la atención a las infancias.
¿O alguien puede resistir el estorbo?

De paso tengan dos rosas protectoras núbiles,
diosas poderosas, o tan falsas como quieran
el recuerdo de lo ido, esos celajes
esos atardeceres de la mano y el viento que va
como trunca oportunidad a la pasada:
o luna llena herida de árboles el viento viene:

Nunca ha cometido una. Esas ráfagas.
Esas aunque lo soñaras en fiestas de sobrio desamparo.

Tal vez sepan a polen, a pe(s)cado? [1]

Impertérritas revolotean, y miras,
y encantan, pues una golondrina no molesta: podrías
decidir: qué va, si atrapa / mucha gente, mucha mirada,
y Tú, / como eres + que réquete picaflora,
la más dulce, las más llena de metáforas
y jamás fijas / como es debido,
cuando el viento enoja tormenta
así tan como especiosa golondrina / en celo de colegiala,
capaz no puedas mucha contención de especie aterida
demasiadas flores donde posar la mirada
muchos revuelos para un salir de
dudas sobre el riso de las olas,
y en eso
te pareces a la golondrina en el recuerdo,
aquella al pie de la estatua o excusa que despreocupado
un juego de sus risas, de sus recuerdos a medias
Ghimel del Ponto (/que Él, lo tenga en su Reino)
descubrieran papiros de la Geniza del Cairo,
para regocijo de curas y sapientes,
bambúes entre otros des-muy-virtuosos
y ni una golondrina siquiera,
sin sospechases aturdido en el recuerdo.

Porque todo Cavernícola oscuro de brillante o sus
cavernas y ritos,
revolados como si los techos fueran alcanzables
sin ningún esfuerzo,
o si tú fueras su       golondra    trina,
en la contención de los vuelos
lágrima o nectaria, apestosa o refulgente,
zigzagueando entre medio los recuerdos
sería él tú                 golondro   cello?:

para el instante del encuentro
atrapado en un chanchito de Pomaire,
desacato en la moneda vespertina,
dos caras donde no juntan
ni pegan, / ni maravilla disfrutan
cuando sembrados la esperanza / o el desosiego

mejor sostiene / la mente con artificio
correcta y generosa
al oscuro casto ósculo
su tía oscurantina la penumbra, la brillante,
la de nariz respinga, así como tuyo
no tan perfecto sus turbaciones,
curvos de insinuantes como caminos,
como en trántico tránsito al bamboleo
del buscador de estrellas en desorden
que no sabe matemáticas
y ups, no las comprende:
¿qué hacen estas flores, que de ti me apartan?

Fue el inicio de romance de película, y término
en (de)-liberada muerte.

Mas no Tú: - Eres la diferencia -
revoloteas más que palabras:
cuando al fin de la inocencia en el punto de las cruces.

Ya no llegará el cuido des-atento
tan definitivo, como tu abandono.

Entonces seremos
quien (no) supo compararte a golondrinas,
ni por eso recordado o en el viento
planeas los sueños, las brisas, los pinos susurrantes
y ajenas: esas cruces de palo.

Tú, seguirás voloteando seguirás reproduzca
el espacio una golondrina muerta / y apaciguas
volando cada cual a su manera,
miserable en el desacierto,
cuando las lluvias nublen la esperanza
o RIP, no + vuelos; no perpetúen ya, como enjambres
ojerosos entre los copihues.

Mejor anulamos, llenamos de gotas
su poco de nostalgia
porque si bien podía compararte,
no lo hace, ni lo hará,
ni se atreve.

Además: ¿Cuál la diferencia?
¿Quién apuesta?

Nadie, por supuesto, lo privado
a faranduleros sólo importa,
y no hace confesionario salvo los ingenuos
esos que en noches de luna aúllan por los prados,
y ni así llegan: ni así llegan.



[1] La (s) susúrrese en la mente con delicia rebosada.






  
  

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