lunes, 22 de agosto de 2011

EL ÁRBOL EN LA PLAZOLETA /desde Expropiación de la corteza/



 

 

EL ÁRBOL EN LA PLAZOLETA






//Subproducto en la tarea / Más tradicionalito en su nostalgia//


La liceana oculta      como desdibujada en un sueño
o apenas figurada en el trasluz
de la nostalgia:
luz en horas de destreza cuando ociosos
luz en los repasos escondidos expectantes y ocultas
la de fresas encendidas o rugosas y prestas liceanas
y apretado el banlon / o jugosito de entusiasta
ésa la liceana oculta como pudiera ser un momento
o ya nada que permanezca       sostenga
y no acaba

como nuevitos los cuadernos ajados          en la espera
donde la brisa del adviento atrae         y rechaza plumas
ese recuerdo de blusa-suéter morena que raspa
y amarra y alumbradas fogosas /azules al frío/
amargas deliciosas    clandestinas en lo abierto
o la nostalgia y los espacios que ni atrapan ni permaneces
ni dialogan ni unen           ni separan

Ah! Las casitas              /en una bruma como eterna/

Con el insinúas de oscuro / y ajeno
o en brasas         esos destellos que palpitan
y los bancos llenos:         como sonidos aventajados

aquellas hojas caídas en el recreo de miradas
llamando y acometiendo los carbones apagados
y es con la mano del pañuelo     o la carta secreta
o el libro de buen amor en el dulce abuso blanco
el arbitraje clandesta de partidas de vólibol
derrite de magia tras el suceso de cenizas jugositas
apagadas lejanas antiguas casi sacras

Ah! Las colchonetas            /en esa manera de lo sin comienzo

En su retorno en el juego que diluye
y sus sonidos atrapan y atrapan
y atrapan siguiendo líneas paralelas de tiempo consumido
cuyo retorno no se espera
y se aguarda
y se aguarda         /para enviar de vuelta al infierno pre sentido
tras del décimo quinto de Schubert enredando los pelos reacios
en su mejor entrada a los cielos subvertidos del encanto

Quién supiera barruntar algo de nuevo
algo que no fuera como escaño crujiente
ni como /si fuera oscuro y caliente o atardecido/
triqui triqui de lejos     ese triqui anochecido y tumefacto
en el banco neutral y cómplice
y traca traca de amanecida    esa traca vespertina
/ o no sospecharas siquiera
tranquilos rancios y sin ventajas o desencuentros ciertos
que no volverán jamás     y no han sido:    /como debieran pasajeros/

Ah! la espera      /esa del purga-tierro y la renovación del ofertorio/

Serían dulces y nuevos como añejas líneas
o borrones esperanzados en su primavera de antaño
renovada en quejidos y matracas
símbolos de antiguo
símbolos que huyen y desaparecen y arman mucho ruido
y poca vida en las vidas cotidianas como barquitos en la ventana
descerrajada por la espera del futuro ya pasado

Ah! Los matorrales       /esas lomas a penas esfumadas en reposo/

Esa flor que en mudanzas y acometidas
mágica se alza y sucumbe de pasada
como una definitiva Anabel Lee de carne y hueso

El cerro la Virgen / la Alameda por donde el retorno
y el destino
y la suspensión del crecimiento
como una Edith clavada en sus catorces
en medio de un rock con su hermano
o en la Plaza Lillo
/las letras clavadas en un tronco/

En ésa llena de bancos y jumpers frente a la abuela
y a la tía
para un corte definitivo
la virgen reflorecida y vana en lo curiosa y lejana
y definitiva concina de enredos

//en pantalones pescadores//

Cosita! Todo tan blanco   y de negro
borroniento           tan silencios que empalagan







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