martes, 24 de septiembre de 2013

NO EL SIGNO, ni la angustia (de: Composiciones para un barrido y un fregado)

 
 
 





de: Composiciones para un barrido y un fregado




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NO EL SIGNO, ni la angustia




El velo de lo posible agita y temeroso:
¿Qué estremece como congelado sino su propia falta
de eficacia? o, sin razón cristalina
como transparente
ausencia su lumbre estupefacto
ese apachurramiento de su propio avance, o zaherido
en la espera, como anodina sonrisa
apenas lo feble por carencia en tomar partido o
exceso de neutralidad, azumagado o haberse
iniciado del ámbito pervertido cuando la vida
imploraba decisiones
en el lado de lo honesto?

¿Para qué estrujar las neuronas
vive y deja vivir
la consigna cultiva la ironía, alaba lo mediocre
hasta el cura vendría en tu alabanza
o, por si acaso: prepara un cartelito.


De súbito, de construido, un aroma ruidoso
y el silencio que niebla, y enajenante o clamoroso
siendo otro delirio y el mismo aparato colgado
y subvertido en el espejo en llamas
en el destiempo de la textura
superflua:
porque
nada urgente o mortal o angustia:
en una manera que nadie usa aunque lo aseguren
pero no las estrujes demasiado:

Nada de visiones aladas, y sol clamoroso, o
semillas en foco, esa decisión por lo mediocre
y así ocultarás la enorme cobardía
puesto que la historia jamás repite valentías
cuando el poder ha sostenido la condena
y te acomodas a la consigna: vive
y sea bienvenido el mercado.

Una oruga persistente en el ruido de su ataque
y sin embargo las rojas granadas a la mueca decrépita
penetran la duda graciosa
y las mismas certezas: espurias, otras
ironías triviales en la página
aseguren tu alabanza: ciertos domingos
y días de insignificancia o festivos o celestes.

Entonces como a una sombra negra
en lo ausente de su misión            fuera de la vida;
o como las transparencias en las impurezas del odio;
o como las falsas terrinas para aplacar el hambre
que tienes
de sus lecturas y él te las niega indiferente
como a las altaneras orquídeas desterradas
ya con presbítero que conceda su extrema
su unción y gusto por la trivia.

Por eso el cuadro matricial
representa
una salchicha heráldica, un avance en retroceso
es, la quieres extraer, como agua de zarza
o saciar tu sed ambigua
y los signos del susurro milenario y suculento
quieran exorcizar al interior del campo
y lo estéril imponga su ralea
su cartelito en el parque de la cátedra.

Chicha y sal, como pan y agua
sin ningún espacio que convenga
donde no puedan ni reposar
y ajenos al tiempo sean como Dios
o su creatura; y, Ay
lo que es la vida:

Orquídeas y cazadores de orquídeas.



  

  

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