(desde: Si tan sólo existieras)
TÚ RECUERDO (de
otra, no de ella)
No podría
compararte a la dulce golondrina de mi alma.
Ya las brisas no
soportan estelas a punto,
aquello lo más
cándido,
ese correr detrás
de los caídos.
Una golondrina
no hace memoria.
Y el manido
dulce, si de leche soportable,
re-dirige la
atención a las infancias.
¿O alguien puede
resistir el estorbo?
De paso tengan
dos rosas protectoras núbiles,
diosas poderosas,
o tan falsas como quieran
el recuerdo de
lo ido, esos celajes
esos atardeceres
de la mano y el viento que va
como trunca
oportunidad a la pasada:
o luna llena
herida de árboles el viento viene:
Nunca ha
cometido una. Esas ráfagas.
Esas aunque lo
soñaras en fiestas de sobrio desamparo.
Tal vez sepan a
polen, a pe(s)cado? [1]
Impertérritas revolotean,
y miras,
y encantan, pues
una golondrina no molesta: podrías
decidir: qué va,
si atrapa / mucha gente, mucha mirada,
y Tú, / como
eres + que réquete picaflora,
la más dulce,
las más llena de metáforas
y jamás fijas
/ como es debido,
cuando el viento
enoja tormenta
así tan como
especiosa golondrina / en celo de colegiala,
capaz no puedas
mucha contención de especie aterida
demasiadas
flores donde posar la mirada
muchos revuelos
para un salir de
dudas sobre el
riso de las olas,
y en eso
te pareces a
la golondrina en el recuerdo,
aquella al pie
de la estatua o excusa que despreocupado
un juego de sus
risas, de sus recuerdos a medias
Ghimel del Ponto
(/que Él, lo tenga en su Reino)
descubrieran papiros
de la Geniza del Cairo,
para regocijo de
curas y sapientes,
bambúes entre
otros des-muy-virtuosos
y ni una
golondrina siquiera,
sin sospechases aturdido
en el recuerdo.
Porque todo Cavernícola
oscuro de brillante o sus
cavernas y ritos,
revolados como
si los techos fueran alcanzables
sin ningún esfuerzo,
o si tú fueras su golondra trina,
en la contención de los vuelos
lágrima o nectaria, apestosa o refulgente,
zigzagueando entre medio los recuerdos
sería él tú golondro cello?:
para el
instante del encuentro
atrapado en un
chanchito de Pomaire,
desacato en
la moneda vespertina,
dos caras
donde no juntan
ni pegan, / ni
maravilla disfrutan
cuando
sembrados la esperanza / o el desosiego
mejor sostiene /
la mente con artificio
correcta y
generosa
al oscuro casto
ósculo
su tía
oscurantina la penumbra, la brillante,
la de nariz
respinga, así como tuyo
no tan perfecto
sus turbaciones,
curvos de insinuantes
como caminos,
como en trántico
tránsito al bamboleo
del buscador de
estrellas en desorden
que no sabe
matemáticas
y ups, no las
comprende:
¿qué hacen
estas flores, que de ti me apartan?
Fue el inicio de
romance de película, y término
en (de)-liberada
muerte.
Mas no Tú: -
Eres la diferencia -
revoloteas más
que palabras:
cuando al fin de
la inocencia en el punto de las cruces.
Ya no llegará el
cuido des-atento
tan definitivo,
como tu abandono.
Entonces seremos
quien (no)
supo compararte a golondrinas,
ni por eso
recordado o en el viento
planeas los
sueños, las brisas, los pinos susurrantes
y ajenas: esas
cruces de palo.
Tú, seguirás
voloteando seguirás reproduzca
el espacio una
golondrina muerta / y apaciguas
volando cada
cual a su manera,
miserable en el
desacierto,
cuando las
lluvias nublen la esperanza
o RIP, no +
vuelos; no perpetúen ya, como enjambres
ojerosos entre
los copihues.
Mejor anulamos, llenamos
de gotas
su poco de
nostalgia
porque si bien
podía compararte,
no lo hace, ni
lo hará,
ni se atreve.
Además: ¿Cuál la
diferencia?
¿Quién apuesta?
Nadie, por
supuesto, lo privado
a faranduleros sólo
importa,
y no hace
confesionario salvo los ingenuos
esos que en
noches de luna aúllan por los prados,
y ni así llegan:
ni así llegan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario