desde: Versos Secuestrados
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NUNCA HE VISTO UNO TRISTE
(para poner a prueba la
paciencia)
He visto fuertes, altos
rechonchos, viejos, rojos, bajos
rugosos, hojados, secos y enfermos
aunque no todas las posibilidades porque la vida
es corta, la vergüenza mucha y escasa la prudencia,
y abrumados de quejumbre de vida miserable
o enhiestos y mordaces como decires nuevos
en tiempos de marcar la senda
a modo de justificación, de sacar la vuelta
de desviar la atención hacia lo posible:
y tiesos, frondosos, flexibles, raquíticos
verdes, lisos amarillos, olorosos, mustios
jóvenes, enanos, solitarios y extranjeros
sobre todo extranjeros cuando la vida se abre
y aunque quien mira se centre, y aún así eso externo
otro
se hace visible
a un chirlo se estaría de la apertura a lo mejor
rientes como agitados de brisas mañaneras
a carcajadas contra la tormenta que trata
pero ganan la entereza y marcan lo elevado
o hasta permiten apreciar eso oculto, eso como
la razón de la existencia atrayendo y conmoviendo
y provocando los desatinos, las movidas, los renuevos
o en filas, sin nidos, autóctonos, con
frutos, en círculos, de flores, putrefactos
encorvados, con dueños, ausentes
entonces baja y se posesiona el dolor o al menos
la duda de si algo tiene sentido o vale la pena
insistir yendo en la búsqueda de la significación
cuando se la ve alejar enfundada en pantalones
pescadores
o bikinis
o rechazando el ojo de algún aprovechado
que a violarlos pretende bajándoles
su falda de esperanzas o rajándolos
medio a medio de su fruto
que arrancar no pueden cuando están fuertemente
adheridos a la tierra, a la vida de los ancestros
a lo posible en lo extasiado y puro
o rechazados, en flores
sin o con pájaros, desafinados, cafés
nativos, feos, enclenques, o enfundados
al igual que esos púberes recién en las sacristías
agüachados por clérigos y monseñores
que a cambio de los secretos de la vida eterna
les restriegan el ramaje de lo oculto y lo incierto
o zaheridos por el fuego de colonos idiotas
que arrasan la vida buscando mediocres muertes
opulentas de sudor y calentura
que todo es posible y aunque no necesario
como esas exquisitas miradas a lo permisible
en días primaverales cuando se renueva la esperanza
o al menos retornan los volantines
y aún el hilo conducente se encabrita y sonríe
y domesticados agrupados al pie de un cerro
en la quebrada, en el zaguán, en el cuadro
apretujados, tallados, hermosos y gallardos
la vida rebosante de alegría y brisas ofuscando
y levantando las faldas en revoloteo de manos
y miradas llenas de esperanzas y parabienes
como si el peñón pequeño y el grandote
sólo pudieran vivir de veras cuando
ocultos tras de la maraña
los jadeos y los silencios y la plenitud
de la dicha contra el azul en la altura
pasan jotes como bienvenidas y cálidas
sombras movedizas bajo el ramaje
es decir: juveniles, ancianos, ulmos
robles, paltos, maquis, boldos, higueras
notros, lingues, espinos, lumas
todas las posibilidades de la exuberancia
desplegando la dicha de lo pleno
a la sombra de los deseos y las risas
escritos
lengas, pimientos, álamos, pehuenes
quillayes, litres, avellanos, eucaliptos
alerces, palmas, arrayanes, y canelos
con ciertamente también las rubias, las morenas
las pelirrojas, las flacas, las exquisitamente
provistas de ese espacio soñado entre los muslos
y ya sea en filas, o en pirámides, y hasta en las
letanías, se confundan invitando a mejor vida
una sarta de sonidos contumaces
que ni hemos visto
salvo laminitillas o graciosos parques
con tiernos caminillos, penetruras tan civilizadas
o como en esos sueños que quisiéramos continuar
a penas despiertos llenos de alegría y esperanza
plátanos, acacios con romadizo
islas feraces y soñadas o al alcance de la mano
si tuvieras una tarjeta suculenta
y una AnitaMaría que te acompañara al fin del mundo
y al comienzo de la dicha, entonces
ni escuchados
ni que en sueños / o no vistos
sus raíces en otra era
y de nuevo, y específicamente también
ya no daba más que lo entretengan
porque hasta las islas tropicales agotan la paciencia
tronchados estirados
quebrados grabados
cortados desgarbados
en esas posibilidades cuando la vida en retroceso
recuerda lo que podría ser si los acaparadores
de los recursos fueran eliminados del juego
deshojados / y/o / vandalizados
enanizados / o/y / empascuados
comerciados para ya con humizados
forzando los recuerdos a futuro
en torno a salamandras de sebo y rabia
todo lo cual es tan realista como que las faldas
y los ombligos y las bellas colitas al aire
allí están para mostrar lo pasajero porque
chipeados / dolarizados
es el destino más seguro una vez que se han
vivido años y años con la cordura extraviada
y los sonidos dispuestos solo para acumular
sin más objeto que acumular otro poco
de lo superfluo y otro mucho de lo innecesario
linos para el sepulcro de los dioses
en tierra ya de nadie
donde la Internet no verdea
a pesar sus matices electro-iónicas
y las cuentas inflándose en preparación de la
siguiente
burbuja
puesto que no los he visto
salvo sin las variantes del er
los he
visto
sin las variantes con ir
visto las hemos, que no agradan a veces
las con ir, ni las con er
mencionar / por puro capricho
como del mismo han quedado fuera
las caderas, los pechos, las pantorrillas
a pesar que todos saben, como también las caras,
son parte del atractivo y del entusiasmo o la vida
se terminaría en dos generaciones:
Y por supuesto: sin olvidar los ficus ni las
contumaces:
Puesto que este árbol no es mío
ni aquél otro tampoco lo sea
ni cuando lo plantara
por aquello de más vida que uno pertenece a todos
y la contraparte en el futuro.
Sin embargo un árbol triste
no, nunca
hasta ayer
como esperable, nunca un árbol triste había
cuando andaba muy decaído
y sin dinero, (ni para comprar zumo de litre)
digamos, vi un árbol:
hola, me dijo,
soy
el árbol ¿y tú?
y me dejó con uno o dos
no estoy seguro
tal vez ya no recuerde:
¿Cómo saberlo?
Ah, y también una lista
donde
no había ni uno.
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