sábado, 18 de enero de 2014

Balada por la Recurrencia del Encanto (el 23 de Composiciones para un Barrido y un Fregado)

 
 
 






desde: Composiciones para un Barrido y un Fregado








23







Balada por la Recurrencia del Encanto








Que el jugo tenga que ver con la caverna así como los confesionarios con el horizonte no es algo que deba ser probado. Que tengamos más que cuidarnos de un principio imaginario que de la fuerza organizada del conjunto supone la supremacía de los mantenedores del rito por sobre los controladores de la violencia. Pero a medida que se va dejando de creer en premios y castigos eternos la caverna pierde su importancia y el horizonte adquiere la suya.


A cambio, quisieran exprimirles el jugo
y trituran las blusas / y desmenuzan los deseos
y como a tormentos
cotidianos los ardores suyos requiebran
trapos los muslos doloridos
las orquídeas fugaces solazando cadenas:
las ánforas renuentes, esos peplos juguetones
que hasta el Opus Dei expropiara
las sabrosas entidades, las hermosas grebas exaltan
las horrorosas ligas en el asta despliegan
como picoteo de bellas intercambiando aventurillas
y así en la salvación congénita: gozados
o convictos en albedrío
dan el ajeno jugo miserable
como si el espacio se llenara de sarpullidos mudos
carnean violáceos rosedales dorados o rayos penumbran
y naufragan con todos sus gusanos
ardidos y pulcros confesionarios en el horizonte.

No hay ninguna razón para escribir.
Ni para que entiendas.
No nos exigen trivializar el lenguaje de la tribu.
Mejor dormir la siesta.
Crear un mundo de relaciones con la Sulamita.

¿Sabemos cuan poco falta para el soñar y la tragedia?

Sin que nadie encabrite, o aplaque y diga: deja ya de sudar
no salives: o peor, no diga nada:
porque el ser amanece nublado y el alma no alcanza
ni a un tiempo en la espera de esos pasos
y se rinde poco a poco, pero corruptible
va ocultando sombras esparcidas
la desaparición de su ser tras la mirada que lo pierde
cuando lo siguen de campanario en campanario.

Ni para que entiendas.
No hay ninguna razón para escribir torreón o cierva.
No nos exigen trivializar el lenguaje de la tribu.
Mejor dormir la siesta en una de cuatro por cuatro.

Pero ay! ¡Qué pasos, qué sombras, qué soñares!
Las cotidianas? Las de memoria?        (FLACAS)

¿Las que hacen a la vida?              Cruces soñolientas
¿Las que hacen a la muerte?          Cruces que ya no apasionan
¿Las cuasi religiosas?                    Cruces desclavadas
¿Las rituales?                                + y + Cruces, y rosas y encuentros

Como experimentadas             el miedo, el miedo y uno
                                                que otro delirio
Las observan                           las risitas, las orquídeas ajadas.

¿Usan? ¿Desechan?
Como si fueran árboles suplicantes.
Como si fueran un árbol caído.

O escritas en una página          y al perno llegan
                                                si las crees inspiradas
                                                ya en olvido, molicies
                                                con sangre, martillos, quejidos, y moscas
                                                que ya solo: letras y signos

¿Las etc. etc.?                          y no descanses.

No hay ninguna razón para consignar las congojas.
No nos exigen trivializar el lenguaje de la pobla ni el de la puebla.
Ni para que entiendas lárganse las peroratas.

Mejor curtir a las probetas y alas balanzas en el vuelo
y gánate aquí bien acomodado en la penumbra
cosas, mudanzas varias
cuando la estirpe ya no las necesita transformadas
en meros signos de un tiempo sin retorno
ya sólo anclas por costumbre de mirarnos
a la mala: vernos en el otro sin compartir
la esperanza, ni el presente, ni las huellas
esas que llevan a las tumbas cuando se ocultan
los riñones y se cifran las protuberancias:

El lenguaje de la horda nos escapa
o esclaviza sus quejidos y retiene el ruido de fondo:
aunque alambiques, retuerzas o simplezas.

¿Construcciones? ¿A esto le llamamos berenjenas?
Derecho a tener las propias. ¡Y aventarlas!
Y gozar adultos: el cráneo, sus ancestros niños.

No hay ninguna razón para cifrar metáforas.
Ni para que entiendas comparaciones y su masticar
de entrepiernas orales o anales o genitales organizadas
desde los púlpitos y los divanes.

El Pinocho ya se fue en cenizas
y no en paz descansa su memoria.
Y un algo como terco zarandeo del alma suaviza:
arrugando el dolor de los recuerdos

Pero nunca, nunca, nunca se sabe. Nunca la certeza:

Con palabras: las agudezas de la espada
una o dos, o varias atragantan, ¿No?
Benemérito. Designado. Sonrisal cristiano.

Nada convenga las sombras concretas
los recuerdos dolorosos o debes olvidar o la vida
frustra las ignorancias: zombies y filisteos juguetean por ahí
exhortan las cartas babilónicas:
nada de simpáticos azares, enlodando cambalaches
convenzan
relamidas imposturas, esotéricos reyes de trastos siempre
dispuestos al engaño
o enjundiosas, o sabrosas, o beatas:
macanan la fijación primera:

No hay ninguna razón para escribir ni jadear siquiera.

sufran resonancias                 esos sueños o engendros de sueños
lloren patrañas                       inventos como el olvido de lo cierto
la conexión secreta                entierre, encierrre o camufle
íntima-terrible                       vestales, uríes, mártires fornicantes
ético                                      el regusto en el misterio del lodo
ética                                      la acción de la ceniza
última                                    la cena revoltijo
las tocables                            verdades de la infancia
por medio                             sojuzgamientos, modorras, voladuras
signillos palabreros               donde la razón carcajee oprobios
como en el principio             los inventos, el verbo, la caverna
imaginado:                            algo sobre las aguas, como manivelas
                                             dándole organillos y loritos y suertes.

Que estamos / Ya / en el siglo XXI y
Galileo / no sólo / ganó:
la des excomunión-no-nata             dejólos de espaldas en la lona
el des-índice-sarmiento                   forzando atragantada
a nuestra gran palabrera de la tribu
(perdona y pide para mostrar que ella, la única)

y        (a modo de recurrencia del encanto)

          ya bestia, / basta:/ cállate.

Mejor dormir la siesta.



No hay ninguna razón para escribir salvo una compulsión del todo irracional e irresistible conduce a producir mundos que si creados den cuenta de nuestro justificado descontento con el estado de cosas o sugieran lo reblandecidos a que llega la insistencia.



   
  




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