miércoles, 28 de diciembre de 2011

MANIPULACIÓN TEXTUAL en el Puerto Las Delicias

              
               





A ir a dar a: Cuestiones del FaceBook y otras tripas


¿Y qué si los perros no ladran? La urgencia de falderillos debe ser proveída. Es de caridad lastimera asegurar el movimiento. O Hércules fracasa ante los establos. Pero, ni aunque Nietzsche enoje, una piedra de molino debe serle proveída /a su cuello: así flote.



MANIPULACIÓN TEXTUAL en el Puerto Las Delicias

     

Había una vez resguardado
como también espada
flameantes por el destierro había
y una bandera de huesos y un parche
y flanco pedestre en esa ladera de la lluvia

ufanando el monarca de su
pequeño imperio // anclado
en rocas a la deriva
comanda y obedece velas de satén
caprichos siervos y amos
y también esos meos de gato por do quier
cual entramado de sonidos que ama y pavona

pues había / igual o idem / debajo del Morro
donde ni una orquídea florece
ni nadie perturba la profundidad
del desvarío
y cada quien sueña los ascensos
en el flanco
de esa ladera de la lluvia subvertida
o al menos imaginada
sin osar
sin decir
sin mover
sin dar paso a la cordura
/una aburridísima sarta de comandos
y cabriolas

Muy Atildado embullía con parsimonia:
engullía con aprender a subir
y atosigaba los enclenques sonidos
solitario       creyendo se el escogido
como caído si del caballo se hubiera
muy lejos de esa ladera de la llovizna
donde acumulaba
       registros como rosarios
                    como osamentas cautas torturas
                           como figurando el prestigio en leseras
O DUDA estremecida cuando nadie
emprendía el arrebato

Consiguiente mente a los postres:

¿Cómo elevar la altura de esa otra bandera?
cómo tentar al infinito ese otro dominio?

Preguntaba se en la compulsión de la grandeza
en el flanco de esa ladera asentada en medio del puerto
como espejo inclinado
el por qué de la demora

el por qué esa parte pedacita del fundamento
ya cuando solo mayores y menores
en ofusco completo de la norma
otro machuque si no la gloria
otro hedor si no el aroma
otra reiteración si no el sueño
y de envidia en envidia
a ser otro / llamado era resguardar
indeciso / la falta de coraje
en medio del goteo
en medio a medio del anclaje
como lastre a la aventura

y para
para acumular /
y reta
por entradas cual muestras de éxito
o llegadas afirmando
la detención de la vida
que no el desarrollo y sus riesgos
si no lo detenido y muerto
como ante redondo y eterno

y en cada intento: si no cauto
disciplina de quietud y silencio

y en cada intento
desarma la cadena en medio
esos pontones de basura
y en cada intento
descender sexo a sexo abominado

sin nombrar ensortijados que no es de clase casta:
destacar los vellos del pubis
las cicatrices
esa de la chubasca LADERA que lo obseda y arruina

Arriba en la sima espera ese
cada quien debía aprender a bajar
pues
el costalazo imaginario es más gravoso
más insigne la pesadilla
más si a caballo con alas
más si como hecho grabado EN rúbricas
más como diablo que no sabe a pesar
de la neblina en la ladera empecinada

en la autografía de los sueños

comprar la cresta y sacar el estruendo
la cordura / de las pesadillas /
relucir los abolengos de la derrota:
celebrar la Lou invitando a la punta
mandar todos a la ladera desprovista
en un dos por tres
depilar los ya dichos con láser y plática:
y que nadie nunca hubiera caso

y entonces / resguardaba

y entonces / menos bandera
y entonces / menos rúbrica flameante
menos manos

más entrepiernas constantes a ese ayer
a cada debí, a quien, desaprende la permanencia
anclado en medio del puerto
en medio lo oculto
las raíces en la gotera

que no llega salvo como reiteración de la nada

ya sin quién siguiera su partida / le esperance
como paraíso artificial / como donde asentar
la sombra del destino
como su piratear corsarios aburridos como capitanes
de la pachorra correteados
como grumetes lánguidos
anonadados por las laderas / que sombras pudieran
hacerles ver como azafatas de fierro
en las aguas que no escurren ni como llanto

y seguía cauto

o bueno o precipita en el vaso
/o un ascenso en la corrida
para eterna gloria del albricias triste y aterido
porque solo /enunciando la espera
/ llegaría a poderoso
pensaba mientras la ladera azotada tanto
empantanada y anclada y barrida
tanto por la torrentera llamarada del aviso
o la espera que eterniza

y ella teniendo a quien seguir
y mentar y admirar y enternecerle
la entrepierna escurridiza

para seguir y seguir y seguir
sin nunca acabar el intento glorioso

alguien a quien seguir
pero mejor seguir a un bello
menos y lo publica jubilante
y azerejé impávida
y ya en el puerto achacada

en cambio: se torrencialmente resguarda

de miles y miles de intentos anunciados
como esas marchas que reiteran una promesa
y nada logran

ni quiebran                          los vidrios espasmódicos del encanto
ni pudren la permanencia    porque una sandalia no presume
                                            deberes ni osadías
ni la grandeza                      como dalias atemperadas
                                            en las ráfagas misionera
ni la más definitivas            orquídeas en la aventura
                                            y caza de llanto
ni la más muestra                de la flaqueza del Corsario

ni de lo inmenso        el desborde en el recato de amaras
la subida                    esas hormigas pendencieras
la espumita                los cuervos que ya ni crían
el costalazo                si los pernos no atraviesan las muñecas
y lo aburrido              de esperar una muerte tan lenta

por lo cual debes solicitar nada de SS
ya muy de capa caída

para entonces completamente confuso
ya cucarro:
a ese debieron el muro permanente desalojar
la mente de todo resguardo

con ella haciendo la triste
la que no toma partido
la pura en el filo de la ladera y su escritura

las argucias / el hombre que carcajea
y sus cuatro ayudantes o más bien lerdos haciendo la subida
como el quino que no apunta
y el padre y el hijo que no tiene
y esos dos solitarios que el ombligo miran

y resguardan          en la fila de conejas
y celebran              el momento de esperanza
y marcan /             en la misma ingle del acoso
y urden                  como pedales desprovistos
y el trac trac          en medio de olmos altaneros
y la estepa             siguiendo de cuartito en cuartito

y el espíritu no muy santo
el muro el muro

y guateaba en medio del privado
y gateaba en retroceso
y desapareció a la cima
y dejó a la interna que lo atendía
con un palmo de narices:

Porque siempre resguardaba de todo riesgo
de llegar a las alturas / de cualquier chubasco
a capear en la ladera:

pero sigue allí anclado acumulando entradas
para jolgorio de los que llegan y no llegan

o simplemente miran el circo

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La fantasía paranoica la luz que envuelve inexistentes piedras desde lo oscuro, acechan, eso invisible dirige, el ego exacerba la ladera. No hay otro destino en la espera más que centrar cualquier desliz lateral que abra la derrota. Sólo el centro de la vergüenza pudo haber sido avizorado. Sólo del centro existe la importancia para esas gotas aullando referencias. Usted es un canalla, dijo, y ni siquiera perfecto.



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frf
dic 2011

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