OBSESIONES CIUDADANAS
Una ciudad que no existe
pero de la cual tengo avistamientos
me persigue a penas comienzo a dormir
una calle circunvala desde la última vez que la vi
por entre viejas edificaciones y rejas
a lo largo de ciertos caminos arbolados
hacia el centro de lagunas donde parques traseros
se extreman a colegios inexistentes
con umbrales góticos que cruzan desde
un viejo pórtico a un patio desgarbado
con cruces y losas y hojas caídas amarillo rojizas
o del color del mármol los prados
que omiten en sucederse como si el paso
de una calle a otra fuera un asunto privado
o el arrancar de un acoso persiguiera solo conveniencias
de memorias
y deseos:
Una obsesión de repetidos paraderos
una manera de permanecer del lado de acá
mientras se sobrevienen formas oblicuas
que persisten en desvanecerse justo al deslindar
un jardín o percibir una alberca o un anfiteatro abandonado
se despliega perezoso:
Grandes gentíos van entre las tumbas
o insisten en arrodillarse
o persisten en percutir cosas / imposible
o bambolean de manera insistente los momentos
y sus súbitas transformaciones en monolitos
o bancos solitarios bajo la llovizna:
en el cementerio de Highgate donde al lado
de fuera un parque se llena de juegos infantiles
absolutamente ajenos que al lado dentro
Marx & Spencer enfrentan separados y aptos por años
y años de muerte y certidumbre
Una ciudad que no existe
donde lo único que no pasa fuera del tiempo
pero insiste en arrebujarse
como si su recuerdo continuara vigente del mismo modo
que un juego de luces y palabras que jamás hubiera ocurrido
pero asaltan implorando su consistencia dentro y fuera
del nudo o su entramado:
29 de mayo de 2017
frf
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