miércoles, 29 de febrero de 2012

LA CRUZ (de Apuntes para una Scarlett)

     





   
desde: incorporado en el octavo


(de: Apuntes para una Scarlett)



LA CRUZ




Polícrates, crucificado, traicionado por su avaricia
nos legó
esa oscura luz que inunda los mercados.

Jesús, crucificado también traicionado
por su mesianismo
nos heredó una secta que ya no lo espera
y una iglesia
que canjea los cupones y reparte las entradas.

Espartaco fue crucificado, por su ansia de libertad
y nos encendió una antorcha
de cenizas como chispas que iluminan
bastante, pero no mucho.

Si quieres ser crucificado, que algo te traicione.

¿Y qué / legarás?

Esta boca traposa y seca y jadeando
y suspiros
eternamente exhalando monedas rodadas
en rechazo sus extremos cambiando?

Esas crujideras de huesos, y llantos de pernos, y ecos de martillos
tobillos a la violeta, muñecas violadas
goteadas de sangre como lágrimas estupefactas
o traidoras para nuevo mito?

Esos alaridos que jadean cuando los pulmones
colapsan
las rodillas quiebran
para siempre decir nunca más o ay y ay ay ay y ay?

Pero algo queda
siempre algo queda.
Todo pasa por la mente del lector.

Elije tu dios y sabrás cómo renacerías
mientras puedas.

Así habrás vivido, así como cactus
así habrás muerto
y la rueda pitagórica de los nacimientos se detiene
en la teórica práctica del retorno
inventado como eterno fulero de pruebas
y ademanes:

el simpático mirón elige, su apasionado sufriente
va a la nada
con su nada, y retorna cual ave
dorada, traicionadamente sectaria
o libre.

Y si nada te convence Scarlita, pájara
de cuentas
escéptica en tu palidez de orquídea
los estambres en cruz
entonces trata con cicuta.

Podremos comprender la inmolación del bienamado
y los otros
para vergüenza de Critón
y su acerado realismo paranoico tan agrado de criaturas paupérrimas. 


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Si con clavos, entonces a través de las muñecas, y los pies clavados de modo lateral. Y para comodidad del crucificado, una tabla soporte cruza en el vertical a la altura de las nalgas: ahí reposan. De lo contrario el cuerpo al colgar baja colapsando los pulmones y el ajusticiado muere, por asfixia, de manera muy rápida, y esa no es la gracia. Al quebrar las rodillas, el cuerpo derrumba sin sostén y la muerte acelera dada la incapacidad de respirar. En Israel, el quebrar las piernas, se exigía, si aún el viernes el crucificado estaba vivo, pues nadie debía permanecer en el árbol un día de descanso sagrado, y además: según la Ley: "maldito el colgado de un árbol". La crucifixión fue sostenida por los pueblos civilizados antiguos, y de ella fueron muy querendones los romanos: crucificaban a los asaltantes de caminos, (la Vías Romanas debían mantenerse seguras y expeditas) y a los que, sin ser romanos, se alzaban contra el Estado (las instituciones funcionan, la ley impera). Josué, crucificó a cuanto reyezuelo se le puso por delante.








  
  


   



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