desde: incorporado en el octavo
(de: Apuntes para una Scarlett)
LA CRUZ
Polícrates, crucificado,
traicionado por su avaricia
nos legó
esa oscura luz que
inunda los mercados.
Jesús, crucificado
también traicionado
por su mesianismo
nos heredó una secta
que ya no lo espera
y una iglesia
que canjea los cupones
y reparte las entradas.
Espartaco fue
crucificado, por su ansia de libertad
y nos encendió una
antorcha
de cenizas como
chispas que iluminan
bastante, pero no
mucho.
Si quieres ser
crucificado, que algo te traicione.
¿Y qué / legarás?
Esta boca traposa y
seca y jadeando
y suspiros
eternamente exhalando monedas
rodadas
en rechazo sus
extremos cambiando?
Esas crujideras de
huesos, y llantos de pernos, y ecos de martillos
tobillos a la violeta,
muñecas violadas
goteadas de sangre como
lágrimas estupefactas
o traidoras para nuevo
mito?
Esos alaridos que
jadean cuando los pulmones
colapsan
las rodillas quiebran
para siempre decir
nunca más o ay y ay ay ay y ay?
Pero algo queda
siempre algo queda.
Todo pasa por la mente
del lector.
Elije tu dios y sabrás
cómo renacerías
mientras puedas.
Así habrás vivido, así
como cactus
así habrás muerto
y la rueda pitagórica de
los nacimientos se detiene
en la teórica práctica
del retorno
inventado como eterno
fulero de pruebas
y ademanes:
el simpático mirón
elige, su apasionado sufriente
va a la nada
con su nada, y retorna
cual ave
dorada,
traicionadamente sectaria
o libre.
Y si nada te convence
Scarlita, pájara
de cuentas
escéptica en tu
palidez de orquídea
los estambres en cruz
entonces trata con cicuta.
Podremos comprender la
inmolación del bienamado
y los otros
para vergüenza de
Critón
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Si con clavos, entonces a través de las muñecas,
y los pies clavados de modo lateral. Y para comodidad del crucificado, una
tabla soporte cruza en el vertical a la altura de las nalgas: ahí reposan. De
lo contrario el cuerpo al colgar baja colapsando los pulmones y el ajusticiado
muere, por asfixia, de manera muy rápida, y esa no es la gracia. Al quebrar las
rodillas, el cuerpo derrumba sin sostén y la muerte acelera dada la incapacidad
de respirar. En Israel, el quebrar las piernas, se exigía, si aún el viernes el
crucificado estaba vivo, pues nadie debía permanecer en el árbol un día de
descanso sagrado, y además: según la Ley: "maldito el colgado de un
árbol". La crucifixión fue sostenida por los pueblos civilizados antiguos,
y de ella fueron muy querendones los romanos: crucificaban a los asaltantes de
caminos, (la Vías Romanas debían mantenerse seguras y expeditas) y a los que,
sin ser romanos, se alzaban contra el Estado (las instituciones funcionan, la
ley impera). Josué, crucificó a cuanto reyezuelo se le puso por delante.
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